El volcán más joven de América surgió en 1943, dejando atónitos a los pobladores de San Juan Parangaricutiro, especialmente a Dionisio Pulido, el campesino que estaba labrando su campo y corrió aterrado al pueblo a avisar la novedad de que entre su maizal estaba saliendo una montaña ardiente. La erupción sepultó las poblaciones de Paricutín y de San Juan Parangaricutiro, de la que solo quedó visible la torre de la iglesia. Pulido y sus paisanos salvaron la vida gracias a una rápida evacuación, fundaron Nuevo San Juan Parangaricutiro y ahora sus descendientes guían a los turistas que van a admirar a la fiera que empezó a rugir inesperadamente, hoy afortunadamente callada.
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